Todos tenemos nuestros ídolos, gente a la que seguimos como si fuéramos grupies. Personas de las que consumimos casi cualquier material que se ponga delante nuestro. En mi caso una de esas personas es Ferran Adrià. Maestro cocinero y revolucionario en el panorama gastronómico mundial, propietario del ya cerrado El Bulli donde tuve la suerte de cenar. Conocedor de su historia, sé que su visita a Mibu de Tokio fue uno de los momentos más cruciales de su carrera y cuando Norma Editorial decidió publicar un manga sobre la relación entre los dos genios, el ansia viva pudo conmigo.
El Manga Mibu . el Bulli, El sueño de un brote de primavera de Dai Ochiai nos narra el encuentro entre dos genios. Por un lado Mibu, un maestro en cocina Kaiseki y Ferran Adrià. Posiblemente al ser un producto de origen japonés el peso de la historia recae en Mibu. El manga nos narra la historia de como Mibu se trajo a todo su equipo a El Bulli para realizar cenas durante una semana. Al ser algo completamente cotidiano es un manga completamente falto de tensión, menos un episodio de tripazo, y con una narrativa no muy interesante. Pero lo que le falta como narración lo suple por entero con simbolismo, pasión y alma.
Alma, porque no es un cómic que nos cuente una historia sino que nos habla de cómo los japoneses ven la cocina. El autor reflejando tanto la filosofía de Mibu, como la de los cocineros del país nipón u otros países asiáticos, habla sobre el ritual de la elaboración de alimentos. La cocina y cocinar es medicina para el alma, un momento de reflexión para conseguir la paz interior. Hay un momento en el que da la impresión que el cocinero es prácticamente un monje budista y no alguien que simplemente prepara comida. Y en parte, es algo que comprendo, hace algunos años ya, trabajé para Akio, un jefe de cocina japonés, y cuando me enseñó a afilar el cuchillo me hablaba de afilarlo con el alma, porque el cuchillo no es un utensilio sino una extensión de tu cuerpo y creo que un poco de razón tenía.
Del dibujo poca cosa os puedo contar, ni frío ni calor así que mejor os dejo las instantáneas de mi visita a El Bulli para acompañar estas líneas. Leyendo este tomo tengo que deciros que he recordado ese día 12 de septiembre de hace cinco años. La sensación de asombro de los comensales cuando les traen un plato salido de una pasarela vanguardista la transmite de una forma que creo sólo se puede entender si la has disfrutado alguna vez. Así que si os decidís a comprar este manga tenedlo claro, no esperéis una buena historia o un dibujo espectacular. Lo que sí tenéis que esperar es una clase magistral sobre cómo los asiáticos ven la cocina.
Acabo con una pregunta. ¿Dónde debería colocar este manga, en la balda de libros de cocina de mi estantería o en la balda de mangas?
