Hacía una fria mañana sobre la campiña inglesa y la lluvia de la noche anterior no había ayudado a mejorar el terreno sobre el que se tendrían que desplegar aquella mañana. El Primer teniente Connor revisó los planos del teatro de operaciones de aquella mañana por ultima vez mientras encendía un cigarrillo y miraba como sus hombres del 2º grupo del VIII Cuerpo subían a los transportes que les conducirían a la zona de inicio. Después de toda una semana de maniobras a pesar de que los ánimos se encontraban un poco encendidos entre sus hombres y se encontraban cansados, seguiría exprimiéndolos al máximo ya que en las semanas que les esperaban cuando desembarcarán en Francia sabía que los nazis no les darían una segunda oportunidad. Miró al teniente Denvers que aquel día sería su contrapartida británica como se atusaba ese ridículo bigote que tenía… por todos los santos, porque no se lo afeitaba pensaba Connor una y otra vez. Ambos cruzaron se miraron a los ojos y sin dirigirse la palabra se ofrecieron un cordial saludo, aquella mañana uno de los dos haría morder el polvo al otro y Connor no estaba dispuesto a ser él la víctima…